LA BACINICA DE FLORES MAGÓN

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Sunday, November 12, 2006

La multiplicación de las rebeldías: Oaxaca

Oaxaca es una inspiración: Rebeldía revolucionaria que no aparece en los diccionarios burgueses
Oaxaca: la multiplicación de las rebeldías

Fernando Buen Abad Domínguez
BarriodelCarmen/ Fundación Federico Engels

A estas horas la trama nauseabunda del capitalismo consistente en hurtar, asesinar, humillar y devastar seres humanos, naturaleza, cosmos… se topó con una gama de rebeldías cargada con pensares y sentires correctos bien dispuestos a frenar la inmundicia burguesa. Oaxaca es una bandera nuestra, fuerte y magnífica. Esta vez la fortaleza de los cauces rebeldes es futuro certero. Existe en esta rebeldía un contenido, una sustancia, una potencia ancestral renovada, no frágil y si profunda: La lucha de clases. Nada menos.
No caeremos en la trampa de justificar la existencia del territorio de la rebeldía en plano exclusivamente “mental”… como “cosa de la imaginación”, como alteración del “estado de ánimo” o cualquier otra desviación cursi acostumbrada por algunos burgueses domadores de personas llamados psicólogos, psicoanalistas… El territorio de la rebeldía es todo aquello más todo esto: lo concreto, cotidiano, objetivo e inmediato llamado realidad. Y más.La rebeldía revolucionaria de la APPO no es “berrinche”, no es “pataleta”, no es desplante o pose. No se trata de un accidente del ánimo producido por alguna contrariedad en los intereses de una secta. No es una moda que tiende a superarse conforme trascurra el tiempo, poco o mucho. No se trata de un “tic” propio de gente “resentida” como dicen algunas señoritas secretarias de estado vendedoras nupciales de nalgas inmaculadas y sus novios funcionarios “buen partido”. No se trata de un destello de locura ni de un relámpago que surca con cierta “violencia” el espació anímico, propio y ajeno, para diluirse incluso como catarsis o como orgasmo. Tampoco se trata de una manía insolente propia de personalidades intolerantes, neuróticos, viejos ideáticos, solteronas amargadas, divorciados infelices, enfermos crónicos o pacientes terminales. No. Esta rebeldía, protagónica en la historia que define al México actual, es una fuerza… inmensa, incalculable, contradictoria y necesaria. Revolucionaria y poética, pues. La vida misma.
Todos los oligarcas que sueñan con empantanar la lucha de la APPO entre balas y con babas eruditas o deyecciones silogísticas, e impregnar con objeciones y prejuicios “lógicos” la magnificencia de su rebeldía, deben saber juzgados bajo las leyes de la lucha popular que viene fraguando otra justicia al calor de la justicia social rebelde. Y aquí no hay salidas de emergencia. Nadie puede ser tan soberanamente imbécil para suponer que la rebeldía oaxaqueña es un “acontecimiento aislado”. No se puede ser tan redomadamente tarado como para suponer que será posible atomizar la lucha oaxaqueña con tácticas banales de militares o policías pedantes ayudados por periodistas domesticados a la usanza de muchos “filósofos” mediocres que se agarran a veinte uñas de los guevos de algún santón poderoso, con erudición enciclopédica, para tirarse un pedito conceptual que, en la intimidad, sus amistades aplaudirán con títulos, diplomas, becas y cargos públicos. Esos “políticos” con fraude electrónico o sin él ya pueden irse a la mierda. De paso.
Es imposible pensar la rebeldía revolucionaria de Oaxaca, sentirla y elogiarla, si se vive complacido con la vida ordinaria, su mediocridad, sus estereotipos, su “cultura”, “buenas costumbres” y tradiciones. No se puede entender la rebeldía oaxaqueña, que se definirá tarde o temprano como revolución socialista, si se tiene bien adiestrada una vocación acomodaticia, convenenciera, mercenaria, dócil… que ve el mundo como un “escaparate de oportunidades” donde triunfa el más fuerte, el “mejor educado”, el que tiene más suerte… el que “sabe aprovechar las oportunidades que la vida le da”. No se puede entender la rebeldía oaxaqueña, y en general nada, si se es tan escandalosamente imbécil como para vivir cómodamente, incluso feliz, con el arsenal horroroso de estereotipos inventados para las “relaciones humanas”, la diplomacia, la convivencia entre hermanos, países, sociedades. ¡Qué hermoso! ¿No? Oaxaca debe vivirse, hoy por hoy, en clave de revolución, de mundo nuevo, de nacimiento revolucionario. De algo no visto antes más que en borrador, en intento, nada despreciable. Como los soviets.
No es la de Oaxaca la rebeldía burguesa, la de los personajes hollywoodenses ideados para alentar la confusión. No es la rebeldía Oaxaqueña esa que narran en CNN, BBC, NBC… y su red mundial de parásitos, que comercializa el ano, entre muecas de violencia mass media, para derrotarnos con las crueldades más atroces de la propiedad privada. En todas sus variedades. No es la “rebeldía” melodramática referida por los payasos politiqueros que pregonan los clichés de la moral mercantil, la cursilería más maniquea y el triunfo del bien burgués. Sobre todas las cosas. No es la “rebeldía” descrita por los mediocres, los santones y sus curas. No es la “rebeldía” de los asustados, ni la de los enterados. No es la “rebeldía de los diccionarios, ni la de los tratados oficiales de sociología complaciente. No es la rebeldía descrita en los manuales psiquiátricos… nada que ver. Se trata de una rebeldía con otro sabor, nueva, fresca, matinal y emocionante. Una rebeldía floreciente, multifacética, diversa y portentosa. Es una rebeldía meticulosa y fértil, comprensiva y comprometida una rebeldía rebelde a los estereotipos, una rebeldía revolucionaria, en revolución permanente. Una rebeldía como la gente. Nadie se equivoque.



La batalla de Oaxaca


Ana Esther Ceceña
Rebelión
Mientras los oaxaqueños se disponían, siguiendo las tradiciones renovadas año con año, a pasar el día en los cementerios compartiendo comidas, flores, penas y alegrías con sus muertos, el “operativo Juárez 2006” se echaba a andar en torno a la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO).
Igual como en Irak se aprovecha el Ramadan para lanzar operativos militares que intentan aprovechar la desprevención de la resistencia, en Oaxaca el día de muertos con sus ritos y la desmovilizació n general por un largo feriado (del 1 al 5 de noviembre) fue el momento elegido para apoderarse de lo que los mandos militares, después de haberse aposentado en el zócalo (la plaza central), han considerado el bastión central de actividades de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO).
El tratamiento del conflicto, que con muchas dificultades había logrado mantenerse los meses anteriores dentro de los marcos políticos, registró desde el 28 de octubre un vertiginoso desplazamiento hacia el ámbito militar, anunciado después de una oscura jornada en la que grupos de fuerzas irregulares, presuntamente vinculados al gobernador Ulises Ruíz, se movilizaron para construir un escenario de violencia desordenada e incontrolada, capaz de justificar la presencia de la Policía Federal Preventiva (PFP), cuerpo policiaco-militar creado para fines de seguridad interna con un estatuto, por cierto, inconstitucional. La inteligencia militar, bajo el mando directo de los altos mandos del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) que conforman el Estado Mayor (o Comando Conjunto), se hace cargo de Oaxaca a partir de esos incidentes (que causaron la muerte del periodista estadounidense Bradley Will, entre otros), convirtiendo una disputa política en asunto de seguridad nacional, para el cual se diseñan operativos de guerra.
El operativo puesto en práctica es definido por el Ministro de Gobernación como “de ocupación” y en él trabajan conjuntamente la PFP y la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), homóloga del FBI norteamericano, mientras la Armada y el Ejército se colocan en posición de poder intervenir (con tropas preparadas en la región militar y en las costas) y se mantienen vigilantes.Tomar el zócalo fue el primer propósito de una estrategia pensada aparentemente en forma de estrella que una vez que toma el centro se despliega en líneas de irradiación hacia las periferias y hacia fuera de la capital, donde evidentemente están las raíces y asientos más profundos de un movimiento emanado de los pueblos de Oaxaca. Paradójicamente el operativo no se dirigió a la desmovilizació n de los grupos irregulares responsables de la confusión y muertes del día 29 sino que se orienta directamente a los lugares donde la APPO mantenía presencia pública.
El primer objetivo consiste entonces en desmantelar las posiciones en el zócalo y en deshabilitar los medios de comunicación con que los pueblos oaxaqueños se comunicaban entre ellos y con el mundo. Pero así como en Irak falló la operación quirúrgica planeada por el Pentágono, aquí la toma del zócalo sólo desplazó espacialmente a lo que nunca ha sido un grupo de dirigentes sino todo un pueblo movilizado. El primer error de previsión en este operativo es que, al ser concebido en términos militares, identifica al enemigo como un ente fijo y delimitado cuando su carácter es difuso, extendido, entramado e impersonal porque tiene personalidad colectiva y no individual. Los asientos de la APPO se desplazaron creando una especie de franja alrededor del zócalo que en algún momento hizo pensar en una imagen de cercadores cercados, pero que en realidad se disgregó en toda la ciudad recreando su territorialidad de acuerdo con las nuevas circunstancias.
En un sistema de redes como el que genera una organización comunitaria de larga maduración la distribución de roles es una derivación de las relaciones cotidianas y las dirigencias cuentan con una validación que no emana de las circunstancias sino de su historia en la comunidad. Los medios de comunicación también son diversos y transitan por los circuitos familiares o vecinales. No obstante las radios comunitarias, que han probado su importancia estratégica en circunstancias de luchas desatadas como la guerra del gas en tierras bolivianas, han sido fundamentales para la organización logística en los momentos decisivos. Por eso el siguiente objetivo del operartivo militar era el campus universitario, espacio privilegiado del debate de ideas y lugar donde, después de las ofensivas contra los otros medios de comunicación en poder de la APPO , seguía funcionando radio universidad como radio APPO. Blanco apetitoso porque en un mismo golpe permitía atacar a la universidad pública, al pensamiento libre, al régimen de autonomía del que gozan las universidades públicas, cancelar uno de los espacios de refugio de los miembros de la APPO y, como premio a la labor desempeñada, destruir radio APPO.
Pero un gobierno que deja de escuchar al pueblo y lo menosprecia es incapaz de entenderlo y controlarlo cuando éste se ha decidido a pelear. En un nuevo intento fallido la PFP , con apoyo de la AFI y la policía local, se volcó sobre la universidad justamente el día de muertos. En una larga, angustiante y combativa jornada, en la que las autoridades universitarias encabezadas por su Rector salieron en defensa de la sensatez, la democracia y la autonomía universitaria, la UABJO logró repeler el ataque que terminó en la retirada de las fuerzas de seguridad del estado.Rociados sin descanso con gases lacrimógenos y gases pimienta, amagados con tanquetas y balas perdidas, los oaxaqueños dentro y fuera de la universidad dieron una pelea que no había sido prevista por los altos estrategas del Estado Mayor. El trabajo de coordinación realizado por Radio APPO (radio universidad) mantuvo permanentemente informado al mundo del avance de los acontecimientos y permitió no solamente orientar a los combatientes del pueblo sino articular el apoyo nacional e internacional que colocó a Oaxaca al nivel de alerta mundial.Vecinos sin nombre aportaban vinagre para disminuir los efectos de los gases, arrojaban gasolina o excrementos a las tanquetas, proporcionaban linternas o alimentos, informaban de los movimientos de la PFP y el resto de los participantes en el operativo, colocaban las barricadas levatadas por los trascabos... Fue el pueblo de Oaxaca, anónimo y humilde pero investido todo como APPO, quien derrotó a las fuerzas represivas de élite y defendió su universidad y su dignidad.
Y mientras todos corrían con las tradicionales bombas molotov o unos cohetones de fabricación artesanal radio APPO, instalada en el corazón de la UABJO , no paraba de transmitir. Difícil momento para la transición de poderes en México: la lucha del pueblo oaxaqueño va trasminando hacia el resto del país porque en ningún lugar faltan causas; la experiencia comunitaria se reproduce, con estilos propios, en cada región; el presidente saliente ha dejado de gobernar; el presidente que llega carece de legitimidad por ser producto de un fraude no desmentido. Por otro lado, las reformas estructurales faltantes, entre las que destaca la desregulación que permita la integración energética de América del Norte, sólo pasarán en el Congreso con el acuerdo de una mayoría que el Partido Acción Nacional (PAN) no tiene y no logra construir. Las presiones de Estados Unidos y los organismos internacionales sobre un presidente emanado del proceso electoral más cuestionado desde que se expulsó del país a Porfirio Díaz en 1910 provocan aparentemente un nerviosismo en las altas esferas de la política en el país que se expresa en chantajes, oscuras componendas y torpezas. La militarizació n de la frontera norte cierra muchas válvulas de escape y el 1° de diciembre, fecha del traspaso de poderes, se acerca como espada de Damocles mientras el presidente Fox prefiere abandonar el país a su suerte y se va de gira. Y ante tal desgobierno Ulises Ruíz, gobernador ampliamente repudiado, lanza su mayor ofensiva contra la APPO y el pueblo de Oaxaca para quedarse en el poder.Difícil pero urgente momento para parir otra historia. Esa que las comunidades de Chiapas nombraron y hoy protagonizan los pueblos de Oaxaca contaminándolo todo de dignidad y esperanza.


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